Híbridos atrevidos, ENLOQUECIÓ EL DESTAPADOR

 

                                                             Marco Antonio Aguilar Cortés

México tiene un presidente de chiste, quien entre sus jocosidades ha agravado nuestros problemas, y puede conducirnos a una tragedia.

Goza con lo electoral, pero sus limitaciones sólo le permiten llegar a lo electorero.

Con su poder presidencial (y en insolente violación a nuestra carta magna) eligió a sus posibles sucesores, llamándoles “mis corcholatas”, y las destapó.

Así se convirtió en el primer destapador del país.

Y esa gozosa actividad lo hizo tan feliz que, monopolizando ese trabajito, se dio al ilegal vicio de seguir destapando a las (o a los) aspirantes del resto de los partidos políticos que él considera son sus opositores.

Para este presidente destapador sus caprichos electoreros están por encima de la constitución y de toda ley, lo que empeoró nuestros males.

Sus juegos electoreros descaminan, y desvían, decenas de miles de millones de pesos.

Cubre sus delitos, marcando los movimientos económicos como de alta seguridad nacional. Así engaña y afecta instituciones.

Contra eso se han organizado heterogenias alianzas.

Nuestros tradicionales partidos políticos se unieron para formar bloques.

A morena (instrumento electorero del presidente) le mezcló, bajo el título ‘Juntos Hacemos Historia’, al PT y al Verde, cuando sus estatutos, sus declaraciones de principios y sus programas de acción resultan mixturas osadas, todo con el ánimo de ser vasallos del autócrata, a cambio de las migajas que les quiera proporcionar.

No sabe todavía, el tirano, qué explote entre sus seis corcholatas, y cuáles serán sus efectos.

México y su sano desarrollo no le importa nada.

Pierden, así, su sentido los partidos políticos. No justifican el gasto que nos ocasionan, al no cumplir su función. En crisis está el sistema partidista nacional.

El desastre ocasionado por ese tragicómico presidente, en todo y en toda la nación, ha orillado al PAN, PRI y PRD, a transitar, unidos, con la bandera de Frente Amplio por México. Ahí están como híbridos atrevidos, motivados por decenas de millones de ciudadanos hartos de soportar los turbulentos desaciertos del quien niñea como destapador sucesorio.

Nervioso, el presidente, destapa aspirantes a la presidencia en el partido Movimiento Ciudadano, partido que ha quedado partido.

Un numeroso fragmento del MC está decidido a engrosar las filas de Frente Amplio; y el otro segmento no encuentra candidato.

Incómodo, su supuesto propietario, se empeña en esperar el fin del mes septembrino, para escoger entre el escombro de lo que quede en el reacomodo de entremezclas sorpresivas.

Lo peor, para los mexicanos, es que ese destapador parece estar enloquecido, al quedar enredado en sus atrevidas torpezas.

Chango testarudo y envejecido no aprende maroma nueva.

Vuelve a lanzarse, el presidente destapador, en contra del Poder Judicial Federal, amenazándolo de que va a ir a limpiarlo, cuando no ha podido limpiar ni al Poder Ejecutivo, ni siquiera al Poder Legislativo; y estos dos poderes están mucho, pero mucho más sucios.

¿Un golpe de estado?, no lo permitiríamos los mexicanos, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ni las fuerzas armadas de México.

130 millones de mexicanos admiramos y respetamos a nuestras mejores instituciones, y tenemos que fortalecerlas.

¡Pronto la pesadilla, llamada Andrés Manuel, quedará atrás!

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