Movimiento dizque Ciudadano

Corren tiempos de definición por el país, porque las opciones no son muchas y están muy claras; además, porque la apuesta de fondo es una sola: o se está con el personalismo autoritario de un hombre o se está con México.

Por supuesto, cada ciudadano y cada dirigente sabe en conciencia cuál es su juego y las razones personales o íntimas de por qué colocar sus canicas en esta cesta y no en otra. La legitimidad de cada decisión es asunto de cada quien y radica en la limpieza de intención con que cada uno la asuma.

Lo desconcertante es que sabiendo cómo es el inquilino de Palacio y en qué condiciones tan lamentables se encuentra el país, todavía haya quien juzgue oportuna la mezquina ambigüedad entre sombras a la definición ética y valiente a pleno sol.

Ese es, ni más ni menos, el caso del dirigente nacional de Movimiento Ciudadano (MC), Dante Delgado Rannauro, quien parece enredado en su propio discurso y no da pie con bola respecto a sus opciones de hoy.

En 2018 y en 2021, parecía lógico que Dante Delgado quisiera ir solo a la cita electoral y no en alianza o coalición con nadie, porque eran otros tiempos y MC buscaba forjarse la imagen de un partido distinto a los existentes. Hasta ahí, la pretensión de ir solo no parecía traída de los cabellos y sonaba razonable. Si se ocupaba un tercero en discordia que introdujera un tono de moderación en el discurso, ahí estaba MC.

Dicha postura no parecía entonces fruto de un cálculo pragmático, ni tibieza urdida según el color del dinero ni ´tercerismo´ de conveniencia, sino lógica y además basada en el pensamiento y la convicción.

Dante Delgado tenía cierta autoridad moral frente a tirios y troyanos, no sólo porque su partido ganó dos gubernaturas y muchas alcaldías importantes, sino porque llegó a encarar el autoritarismo de López Obrador con cartas y desplegados que medio país le aplaudió.

Hoy, sin embargo, el Dante Delgado que ayer parecía un tigre de bengala hoy parece un tigre rasurado, o por lo menos de gelatina, al que ya le queda grande el estribillo de “movimiento naranja” y andar repitiendo por ahí que el suyo es un MC en manos de ciudadanos.

Hay que admitir que Dante Delgado se cree muy maquiavélico: lo que no le han explicado es que rumbo a 2024 no va a toparse con niños de pecho, ni con párvulos ni con aprendices de pantaloncito corto.

No es por nada, pero ya hay quien dice que aquella expresión de Porfirio Díaz: “ese gallo quiere su máiz” (de la cual deriva el término “maicear”), últimamente le sienta muy bien al dirigente nacional de MC.

Desconozco si haya grados de aproximación o de octanaje respecto al término “maicear”: lo que sí se es que para la ética política no hay medias tintas.

No se sabe a ciencia cierta a quién quiere sorprender Dante Delgado con esa postura bisagra de prestarse a un juego que no es el suyo: lo que sí se sabe es que ni Luis Donaldo Colosio ni Enrique Alfaro creen en el juego de manos de su dirigente nacional.

Invocar encuestas en que se pide a MC ir sólo en 2024, pero sin dar a conocer la casa encuestadora, la metodología, el tamaño de la muestra y qué regiones del país comprende, es poco serio y suena a una tomadura de pelo.

La misma biblia, al referir las palabras del hombre de Nazareth, dice: “Vomitaré a los tibios”. Creo que Dante Delgado no ha leído la Biblia, el libro de libros.

Refugiarse en una postura egoísta y de cálculo político convenenciero, cuando está de por medio el destino nacional, es algo que no tiene nombre.

Decir que se es tigre, pero tener comportamiento de jabalí, es algo que sólo podría explicar la psicoterapia cognitivo-conductual; lo mismo podría decirse del que afirma ser un león, pero tiene complejo de zorro, en cuyo caso no hay psicoterapia que pueda salvarlo. La psicología puede remediar muchos males con la técnica adecuada, pero no hace milagros.

Hoy se abren paso en el país -dicho con la jerga del balompié- dos grandes alineaciones: la de los que creen en los “otros datos” del inquilino de Palacio y la de quienes creen que es urgente “salvar” a México de sus “salvadores”.

En estas condiciones, está demás buscarle justificaciones a la tibieza ideológica o tratar de adornar con grandes palabras el miedo a asumir definiciones claras.

Como México sólo es uno en el universo, hay que atrevernos a decirlo en voz alta: México puede prescindir de nosotros, pero dudo que sea fácil el que nosotros podamos prescindir de México.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *